octubre 2021 / ACTUALITAT

Una revolución verde para una España nueva

Álex Torres

Decía el poeta Antonio Machado que si cada español hablase de lo que entiende, y de nada más, habría un gran silencio que podríamos aprovechar para el estudio. Y tal vez nuestros políticos podrían aplicarse el cuento, porque por muchas voces que claman la necesidad de reformar nuestro sector eléctrico, pocas parecen ofrecer soluciones al último de sus problemas: el meteórico ascenso del precio de la luz.

A corto plazo, este aumento se explica por un reciente incremento del coste de los combustibles fósiles, así como por las nuevas tasas de emisión de CO2 de la UE y una mayor demanda derivada de los efectos del cambio climático.

Sin embargo, el problema del sector eléctrico español no se explica por fluctuaciones circunstanciales de precios: solo cuatro empresas (Endesa, Iberdrola, Naturgy y EDP) controlan el 90% de las ventas finales y el 60% del mercado mayorista, el 75% de la energía consumida se importa del exterior, y apenas el 35% de esta proviene de fuentes renovables. La explicación de semejante desastre económico y político reside en la pobreza de recursos energéticos convencionales de nuestro país, pero también en una deficiente por no decir inexistente política energética.

Con la liberalización de los años 90 del siglo pasado, comenzada durante el gobierno de Felipe González y finalizada durante el mandato de José María Aznar, se produce una privatización nunca vista de nuestro sector eléctrico. Este afán liberalizador, sobre el papel, perseguía buenos fines: la liberalización de ciertos procesos del sector de la energía permitiría la entrada de más agentes al mercado, lo que a su vez haría bajar los precios y aumentar la eficiencia del proceso. Y digo sobre el papel, porque lo que sucedió en realidad fue bien distinto, pero no por ello menos previsible: las principales empresas, antaño públicas, fueron vendidas a precios irrisorios y se acabaron convirtiendo en el actual oligopolio, con un sistema de precios que dista de ser libre.

Si bien es cierto que la tendencia es positiva (el número de pequeños operadores ha aumentado en los últimos años, así como el porcentaje de participación de las renovables), el panorama sigue siendo desolador. Una futura política energética deberá necesariamente atajar todas y cada una de estas cuestiones: la falta de competencia (i), la dependencia exterior (ii), y la falta de energías renovables (iii).

“[…] una posible solución sería incentivar la autogeneración eléctrica, así como facilitar la entrada al mercado de más operadores”

Para aumentar la competencia, una posible solución sería incentivar la autogeneración eléctrica, así como facilitar la entrada al mercado de más operadores. Asimismo, la independencia podría lograrse potenciando por una parte las renovables, más baratas y abundantes en nuestro territorio, así como potenciando temporalmente (hasta que las renovables puedan suplir la demanda) la energía nuclear, que sigue siendo la más limpia en relación con su productividad.

Finalmente, con los incentivos económicos a la inversión y autogeneración adecuados, las energías renovables pueden y deben convertirse en el futuro de la generación eléctrica en España. Hubo un tiempo, no tan lejano, en que este país se atrevió a soñar en ser mejor. Este sueño no ha muerto, pero necesita que lo hagamos nuestro de nuevo.

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